martes, septiembre 21, 2010

La maldita costumbre de proyectar...

Somos productos de proyecciones, nadie nos ve porque todos proyectan imágenes sobre nosotros como en una pantalla de cine. Asimismo, no vemos a nadie porque también proyectamos sobre los otros. Somos pantallas en las que uno proyecta sobre el otro. Lo reitero: en lugar de ver a los seres con quienes nos codeamos, vemos pantallas sobre las cuales hacemos proyecciones. Encontramos un ser con el cual nuestra proyección interior se asimila perfectamente, y estamos encantados: hemos hallado al hombre o a la mujer de nuestra vida. Más tarde nos damos cuenta de que ciertas cosas no corresponden a nuestra proyección y las cortamos. El otro nos dice: "Deja de cortarme", "Sí, acepto ser tu pantalla, pero necesito los pedazos que cortas."
En un amor verdadero nada se critica. Si tú me amas, ámame con joroba. Ámame con lo que soy. No me pidas nada, no me juzguez. No tengo nada que darte, vamos a hacer algo juntos. Yo te amo tal como eres, no te pido nada, no quiero que cambies, no ejerzo ninguna presión en ese sentido. Si tú quieres cambiar Hosanna! Es tu asunto! Que placer de ver la luz que te habita.