Hoy me siento como un poema de Pizarnik.
Como el viento sin alas encerrado en mis ojos. Así es la llamada de la muerte.
La noche mendiga mi sangre.
Y la muerte siempre al lado. Y la muerte siempre al lado...
¿Y cómo es posible no saber tanto?
¿Escribo todo esto porque necesito un lugar donde suceda lo que no es?
Algo como la noche o la nada.
Habría que beber siempre en silencio. O en el silencio.
Bebamos vino y a morirse luego.
Nada más peligroso, cuando se necesita ayuda, que recibir ayuda.
Y no quiero ir nada más que hasta el fondo.