lunes, abril 26, 2010

Haber estado cerca...


El arte no tiene ningún tipo de obligación de reflejar la realidad. Que se produzca de una realidad aparente es posible, pero cuando uno lo recibe ya es otra cosa, recibe otra realidad, no es un vehículo de ésta, no se usa para eso. No se usa para nada. A veces pensé que lo que yo hacía (es muy pretencioso lo que voy a decir) era igual a lo que hace un pigmeo: en cada una de sus tribus hay un especialista que caza elefantes, arriesgando su vida al perseguir a estos grandes animales. Los mata con unos dardos muy chiquitos, envenenados. Los ensarta y después los sigue tres días hasta que el elefante se muere. Cuando lo ve morir, (si no lo mata antes a él, por que no es joda ya que le tiene que tirar desde muy cerca, después de tres días de caminata por la selva) le corta una oreja o una parte del cuerpo y vuelve a su tribu para demostrar que cumplió su labor. El grupo va hasta ese lugar, se radica donde murió el elefante y vive un año o dos años de su carne, por que lo ahuman y lo consumen durante mucho tiempo. El cazador tiene una pulsión hacia el elefante, tiene una función precisa que es perseguir su presa, algo que siempre se le escapa. Persigue algo. Suele haber una ansiedad muy grande en el momento EN que está por hacerlo, y debe ser bárbaro cuando el tipo lo cazó y muy jodido cuando se le escapa. Eso es lo que para mí pasa con la pintura, pero peor todavía porque con la pintura nunca se ve al elefante, nunca sabés lo que estás persiguiendo, siempre estás aproximándote a algo muy extraño, que no sabés qué es.

Hay pintores que creen haber conseguido algo, yo sé que conseguí la sensación de haber estado cerca de algo, que no sé qué es, y eso es lo que me hace reincidir. Es una sensación más o menos cierta.


Jorge Pirozzi.