martes, junio 12, 2007

Mi manos...


Mis manos, algo torpes tal vez,
sin más sabiduría que andar sueltas
se elevarán a la distancia oculta
tan cercana a mi ser de tu cintura
y un murmullo de estrellas bajará por tu rostro
como un río de vida al mar de tu ternura.

Y estas, mis manos torpes no sabrán de fatiga
para el trabajo honesto y la mesa bendecida.
De siempre en adelante y por toda la vida,
para que todo ría, para que todo cante.