martes, junio 19, 2007


Prienda de mi corazón,
consuelo de mis consuelos,
en las cuerdas de tu pelo,
enredaré mi poesía.

Sublime sueño de amor,
acuno en mi sentimiento,
y el murmullo de tu aliento
me sabe a gloria de Dios.

Prienda mía, prienda amada,
dueño de todas mis cosas,
pondré en tu pecho la rosa...
que arrancaré de mi alma.

Y en la dulcísima calma,
de tu armónico embeleso,
sentirás el tierno beso
de quien por vida, te ama.

Has de volar en la cruz
de mi flete y esperanza,
y no existirá distancia
entre mi sombra y tu luz,

la vida será más buena;
el agua será más clara,
y en la paz de tu mirada
acabará mi condena.

Obra: "En mi cara la negrura" Marina Hitters.